Parece mentira que tenga catorce minutos para ver entero el desfile de Louis Vuitton en la Paris Fashion Week (otoño-invierno 2011/12 ya, cómo pasa el tiempo) estando en segundo de Bachillerato (me reitero) y necesitando.....nota. La verdad es que no lo tengo pero, como eso nunca me ha impedido vaguear incansablemente por el mundo de la moda (y de las series de televisión), paso a relatar lo alucinantemente flipante que me ha parecido.
Me declaro obstinada (ni que me hiciera falta declararme eso) seguidora del lujo turbio del que es tan amante Marc Jacobs, qué decir, arte puro. Del desfile me quedo con las transparencias y las cazadoras masculinas con las piernas completamente descubiertas (como era de esperar en mi, por otra parte), con las mangas abullonadas, los trajes de sirvienta de época (so sexy) y; por supuesto, los accesorios, que siempre han sido el punto fuerte de la marca. Los zapatos de tacón infinito, los bolsitos (naturalmente, oh là là) y los tocados (diademas con antifaces y sombreros que me han tenido 12 minutos buscando a Naomi Campbell, love love love the idea) son, como todos los suyos, objetos de culto.
Me ha gustado bastante que los porteros fuesen hombres normales y corrientes, de haber sido modelos habría quedado demasiado "videoclip". La decoración una auténtica pasada, según mis fuentes inspirada en el hotel Claridge's de Londres (HAY QUE IR).
¿Outfits favoritos? Por supuesto, aquí están algunos.
El punto transgresor lo ha tenido que poner, para no variar, la muy transgresora en sí misma Kate Moss, fumándose un cigarrillo en plena pasarela. Ni que decir tiene que a mi, me ha chiflado. Además, que se tuviese que agarrar precariamente a la barandilla para bajar las escaleras, como yo al entrar en Jaleo, me ha hecho mucha mucha gracia.
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