¿Y
qué si no es tan fácil? ¿Qué pasa entonces? Cuando dudas si
podrás llegar, aunque lo intentes, entonces ya pierdes. Sí, amigo,
ya has perdido. Ya hemos perdido. El juego no es tan divertido, ni
tan largo, como para permitirse ñoñerías de domingos por la tarde.
Las cosas están para vivirlas; y aquí estamos, con la ficha roja en
la casilla número tres. Lo que siempre has querido hacer aparece, el
irrefrenable miedo a no llegar al recuadro final le acompaña. Lo que
no requiere de talento, va de tener suerte; y tanto lo uno como lo
otro nunca habían originado tantos sobresaltos.
Admítelo,
jamás has sido de las que encuentran monedas de un céntimo en el
suelo de la discoteca. La inspiración te abandona frecuentemente,
dejándote a solas con tu indiferencia; esos días la hecatombe es
inminente. Deseas ser Carrie Bradshaw, y no te conformas con ser la
leonesa de Valladolid que solía sentarse con su abuelo a contar las
estrellas en las noches de verano. Sin embargo, sonríes al
recordarlo; claro que sonríes.
Y
odio ponerme transcendental y odio tener mucho que hacer y no hacer
nada, pero puede que de vez en cuando necesite un insospechado momento de melancolía,
o una taza de café solo.